A la hora de entrenar, siempre hay una serie de principios o reglas que hay que tener en cuenta para aplicar un plan de entrenamiento con garantías de éxito. Estas reglas deben seguirse al pie de la letra. 

Si algo en un plan de entrenamiento no funciona, es muy probable que se deba a que no se está siguiendo uno de estos principios. Todos son igualmente importantes. 

Estos principios son los siguientes: 

El principio de la sobrecarga Para lograr una mejora, el cuerpo debe cargarse hasta cierto punto. En términos sencillos, este principio significa que hay que dejar de entrenar a un determinado nivel de fatiga para que sea útil y eficaz. En cuanto a la intensidad de la carga, se estima que la intensidad mínima a la que se debe entrenar para provocar cualquier tipo de adaptación es de alrededor del 60-65% de la frecuencia cardíaca máxima. 

El principio de la progresión de la carga de trabajo Este principio significa que, a medida que se mejora la condición física, también se debe aumentar la carga de trabajo para que el estímulo del entrenamiento sea suficiente. La carga de trabajo consta de tres componentes: la duración y la intensidad de cada sesión de ejercicio y la frecuencia. La frecuencia es el número de sesiones por semana. Es importante tener en cuenta que estos aumentos de la carga de trabajo deben ser graduales para evitar el sobreentrenamiento y las lesiones. Si el ciclista se estanca y deja de mejorar, suele ser porque la carga de trabajo es demasiado baja. Debe aumentar el número de horas o la intensidad del entrenamiento para seguir progresando. Tanto a nivel fisiológico como psicológico, es necesario tener variedad en el entrenamiento. Si siempre entrena las mismas distancias y a la misma intensidad, no sólo se aburrirá, sino que sus piernas se adaptarán a este tipo de carga y no mejorará. Es necesario introducir nuevas formas y nuevos estímulos para mejorar constantemente. 

El principio de especificidad Los efectos del entrenamiento son específicos de los músculos utilizados y de la intensidad del entrenamiento. Este principio significa que si queremos mejorar en la bicicleta, no tenemos más remedio que pedalear. Correr o nadar puede ayudar a mantener la forma física, pero por mucho que se corra o nade, si no se entrena en bicicleta no se conseguirán las mejoras necesarias. Del mismo modo, hay que entrenar a la intensidad específica a la que se va a competir. Este es uno de los principios que a menudo no se sigue: entrenar como se hace para la carrera. Esto sucede más a menudo con los ciclistas que compiten en carreras en las que predominan las salidas y los cambios de ritmo intensos. Si no practican este tipo de esfuerzo, es fácil que se queden atrás durante las primeras etapas de la carrera. 

Por lo tanto, las últimas semanas del plan de entrenamiento deben utilizarse para simular las condiciones en las que se va a competir. Por ello, las carreras o paseos en sí son el mejor entrenamiento cuando se acerca el objetivo de la temporada. 

El principio de individualización Es necesario adaptar el entrenamiento a las condiciones específicas de cada individuo. La edad, la experiencia, la preparación previa, el tiempo disponible para entrenar, los objetivos del plan de entrenamiento y otras circunstancias hacen que el entrenamiento debe adaptarse a las características individuales de cada ciclista. La misma fórmula de entrenamiento no es válida para todos. 

El principio de la carga y la recuperación: con el fin de lograr las adaptaciones necesarias para mejorar la forma física, deben respetarse los períodos de recuperación después de cada sesión de entrenamiento antes de comenzar la siguiente. Si no se respetan los periodos de recuperación correctos, el cuerpo no puede recuperarse lo suficiente y, por tanto, nunca mejoraremos nuestra forma física. Las mejoras se producen después del descanso.